Javier Espada: La Responsabilidad Social Empresarial en complemento con la Cultura

(Javier Espada Valenzuela)[1].- En 2012 cuando intenté publicar mi primer libro acudí a algunas empresas que promovían públicamente sus acciones de RSE. Me llevé una gran decepción porque prácticamente se esperaba que la presentación del libro se realizara en medio de una gran fiesta y posicionamiento de su marca.

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José Martí afirmaba que la madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la República y el remedio de sus males es, sobre todo lo demás, la propagación de la cultura.

La cultura tiene un rol fundamental en el desarrollo social y económico del país. El impulso de las expresiones culturales y su promoción contribuyen a mejorar la inserción social y económica nacional e internacional de un país, expandiendo su mercado interno y su industria turística con la generación de empleos dignos y el fortalecimiento del sentido de pertenencia de sus habitantes.

Los actores públicos y privados están llamados a hacer suyas las metas planteadas desde las políticas culturales, tales como:

  • Consolidar la creación artístico-cultural;
  • Visibilizar y fomentar las industrias culturales como motor de desarrollo;
  • Consolidar las normativas relacionadas con el arte y la cultura;
  • Promover la participación de la ciudadanía; y
  • Generar acceso a la oferta artístico-cultural

Sin embargo; es mayoritariamente el Gobierno Central, Departamental y Municipal a través de distintas instancias, quien lidera las premiaciones, relación con artistas, gestores, centros culturales y la sociedad civil, apareciendo como el principal promotor y fuente de financiamiento para las iniciativas culturales. Pero no es, ni debiera ser el único. Históricamente, el sector privado se ha mostrado como un actor relevante que participa de la promoción cultural a través de diversos tipos de aportes; de hecho, implica definir objetivos comunes, responsabilidades compartidas, beneficios mutuos, compartir riesgos e inversiones asociadas, todo esto gestionado a través de una distribución equitativa del poder. (CEPAL, 2008).

La sinergia entre las artes y los negocios tiende a ser exitosa; donde la creatividad y la innovación apoyan el desarrollo de las sociedades y por tanto, inciden en la calidad de vida de sus ciudadanos.

Comprendiendo que para una empresa en estos tiempos ya no es suficiente abocarse al giro del negocio, debido a que la sociedad, cada vez más informada y exigente, demanda que la actividad empresarial despliegue su responsabilidad en la protección de los puestos de trabajo y también que irradie soporte a las actividades culturales como efecto de integración. Los llamados mecenazgos, patrocinios culturales, filantropía empresarial en la cultura o fondos de incentivo cultural que se canalizan a través de mecanismos como las donaciones, conformación de fundaciones, asignaciones presupuestales con fines culturales o parte de la estrategia de RSE ubican a la empresa como un actor cultural activo. Estos representan mecanismos de interacción social que permiten a la empresa unirse a la comunidad donde opera y genera un vínculo.

Por ello, podríamos decir que la producción cultural está vinculada a la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en al menos dos fuentes. La primera y más común, en el mecenazgo, donaciones o filantropía de las empresas a la actividad cultural. La segunda, como impacto social de las manifestaciones culturales que se traduzcan en indicadores de inclusión social y desarrollo social integral en la comunidad.

Aquí la cultura y las manifestaciones artísticas adquieren un lugar privilegiado en términos conceptuales, ya que el desarrollo sostenible no se limita a los aspectos económicos sino que implica un desarrollo integral. De hecho, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación (UNESCO) ha propuesto que la cultura debe ser incorporada en este modelo como el cuarto pilar de la sostenibilidad argumentando que la cultura, en última instancia, moldea lo que entendemos por desarrollo y determina la forma de actuar de las personas en el mundo (Ciudades y Gobiernos Locales Unidos, 2010).

La relación entre la RSE y la Cultura termina siendo compleja debido a la diversidad de connotaciones de ambos términos y su abstracción. Sin embargo; en las reflexiones teóricas sobre el tema es posible identificar tres tipos de vínculos:

1) Expresiones culturales como eje temático de la RSE.

2) Patrocinio y marketing cultural junto con la RSE como componentes de la comunicación corporativa.

3) Apoyo a la cultura como forma de proyectar una imagen de Responsabilidad Social.

En Bolivia aún son pocas las empresas que tienen experiencia en la promoción de programas de apoyo a la cultura. Mientras existan medios de comunicación que permitan conocer la riqueza de las expresiones culturales en el país, es cuestión de tiempo para que las empresas e instituciones se sumen a apoyar lo nuestro.

La RSE en la actividad cultural incluye aspectos tan importantes como la accesibilidad o democratización de la cultura para todos, inversiones en conservación de patrimonio, el respeto por el entorno y ciudadanía, la formación o la difusión de las tradiciones culturales y la participación social activa y creativa y por ello, la necesidad de su promoción en todos los espacios y escenarios posibles.

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[1] Javier Espada Valenzuela. Abogado. Escritor, investigador y promotor de la RSE en Bolivia desde 2008. Es Máster en Sostenibilidad.

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