La Responsabilidad Social: De lo Inexplicable a lo Inevitable

(Javier Espada Valenzuela)[1].- Se dice que la Responsabilidad Social tuvo su inicio el siglo pasado cuando un ex directivo de la Banca llamado Howard Bowen, que estaba cansado del accionar del sistema financiero, escribió un libro en 1953 denominado: “Las Responsabilidades Sociales de los Hombres de Negocios”.

Si bien Bowen fue el primero en plasmar de manera conceptual a la Responsabilidad Social en un texto, otros hechos históricos, filosóficos y doctrinales fueron dando inspiración y contenido a la Responsabilidad Social que conocemos y que provienen de épocas pasadas. Podríamos mencionar por ejemplo los aportes de Sócrates sobre la ética[2], el principio de igualdad producto de la Revolución Francesa, la gestión empresarial tradicional de la Revolución Industrial del siglo XVIII donde prima la competencia[3], la Carta Internacional de los Derechos Humanos proclamada por las Naciones Unidas, la conformación de sindicatos, movimientos de protesta y las acciones sindicales que repercutieron en la mejora de las relaciones laborales y avances en materia de derechos laborales, las marchas y el activismo por la equidad de género, respeto a la diversidad sexual y de cualquier otra condición que promueva la inclusión social; y por supuesto el Informe Brundtland de 1983 que acuño el término de Sostenibilidad incorporando la preocupación medioambiental en toda actividad económica (empresarial, productiva, académica u otra).

A pesar de contar con tanto sustento formal la debilidad de la Responsabilidad Social como tendencia consistía en la inexistencia de consensos conceptuales, lineamientos e indicadores globales y homogéneos, razón por la cual muchas grandes compañías trasnacionales se apropiaron del concepto de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) utilizándolo como una estrategia de marketing y ventaja competitiva para la obtención de clientes y una excelente oportunidad de limpieza de mala imagen y reputación (Greenwashing).

Las transnacionales tradicionales marginan el sentido de comunidad, apuestan por la jerarquía, el control y la eficiencia, cerrando cualquier espacio a la innovación social y por ello que no tardaron en descubrir el poder de una nueva corriente de “Marketing Social”[4].

La inyección de recursos para diseñar ingeniosas campañas publicitarias que incidían en demostrar cuán responsable es una empresa, no era otra cosa que la persecución de objetivos netamente comerciales y de mercado, el efecto inmediato fue la construcción en el imaginario empresarial que la Responsabilidad Social Empresarial y el Marketing persiguen los mismos objetivos y la construcción en el imaginario social que RSE y Filantropía son prácticamente lo mismo, que con la entrega de un cheque todos los problemas sociales y ambientales son resueltos. Por eso no es de extrañar, que cuando una empresa decide implementar la RSE lo primero que se viene a la cabeza es donar fondos a una ONG.

Conscientes de esta debilidad, se hizo un gran esfuerzo global por retomar al concepto inicial de la Responsabilidad Social para la elaboración de una norma guía: La ISO26000. Este proceso tomó diez largos años cuyo y su logro fue consensuar una sola definición mundial, obtenida con la aprobación de empresas, sindicatos, organizaciones sociales, grupos ciudadanos de consumidores y otros.[5]

En Bolivia el proceso ha tenido sus propias particularidades. Las empresas más grandes del mercado han comenzado a implementar la RSE en asocio con una ONG o Fundación para efectuar sus donaciones y en muchos casos, su área de RSE depende del área de marketing. A partir de la aprobación de la nueva Constitución Política del Estado y la promoción del Vivir Bien, la adopción de principios de solidaridad, equidad, igualdad, justicia social y responsabilidad se han ido adoptando de a poco en todas las organizaciones económicas, más por norma que por voluntad propia.

Otro eje disparador fue la aprobación del Reglamento de RSE[6] para Entidades de Intermediación Financiera en 2013, iniciativa innovadora en el mundo que ha comenzado a influir en otros sectores de la economía.  En 2014, el mismo Presidente Morales afirmaba que las empresas públicas están al servicio del Estado y si como Gobierno se exige que las empresas privadas tengan Responsabilidad Social, todos deberíamos demostrar esa responsabilidad. Por supuesto que algunos sectores acostumbrados al Greenwashing, el hecho de contar con una norma que exija una verdadera y transparente RSE no causo un impacto positivo y por supuesto no es de extrañar que exista cierta resistencia. Conozco casos de otras empresas que venían desarrollando RSE de manera consciente, para quienes ha sido sumamente fácil adaptarse a los ajustes normativos. La RSE en Bolivia que comenzó a principios de la década del 2000, pasó de ser inexplicable a inevitable en la segunda década gracias al impulso normativo y al concurso del Estado.

En los últimos años, justamente por la democratización del conocimiento sobre RSE en Bolivia y el mundo, he podido identificar dos grandes corrientes de pensamiento vinculadas al contexto: Los detractores y los impulsores.

Milton Friedman (quizá el economista detractor de la RSE más conocido) argumenta que la clase directiva de las empresas (Alta Gerencia) al utilizar recursos de las empresas para acciones distintas a la generación de riqueza, se despoja de beneficios a los propietarios de los medios de producción favoreciendo a los trabajadores con el reparto de estos. Por ello, la única responsabilidad social de las empresas y por ende el único objetivo de las organizaciones económicas tiene que ser generar riqueza y beneficios.

Los impulsores (Kramer, Porter, Carroll, Ferrel y otros), en cambio, establecen que para enfrentar los problemas económicos, sociales y ambientales actuales se requiere el concurso de todos los actores dentro de una sociedad: Gobierno, empresas públicas-privadas y ciudadanía, en donde la RSE es un mecanismo para conocer, escuchar y atender las necesidades de los grupos de interés a los cuales las organizaciones económicas influyen de manera negativa, para actuar y reparar el daño causado. Bajo esta mirada, uno de los principales grupos de interés son los trabajadores, por qué son quienes producen la riqueza y por tanto deben beneficiarse de las ganancias con una redistribución de utilidades. Si en algo los promotores de RSE han (hemos) estado de acuerdo los últimos años después de la crisis financiera de 2008, es que no es malo ganar dinero, el tema es cómo se gana y obtiene ese dinero.

Entonces, ¿Cuál modelo es mejor? Considero que todas las herramientas que tenemos al alcance hoy por hoy para obtener una mejor gestión empresarial nos ayudan a cumplir con los propósitos deseados. Dado un contexto más claro, con lineamientos internacionales consensuados, con guías, manuales e indicadores globales es cada vez más difícil hacer creer que la RSE persigue netamente un objetivo comercial, sino más bien uno de conciencia que requiere un equilibrio entre lo económico, social y ambiental.

Quizás lo más interesante de la historia de Bowen con la que comenzamos este artículo, es que en su época no planteó también a la Responsabilidad Social como una herramienta  de permanencia y sostenibilidad del negocio en el tiempo. Irónicamente el Banco en el que Bowen trabajaba, que sobrevivió a la crisis financiera de 1929, cien años después ya no existe.

 

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[1] Javier Espada Valenzuela es escritor, investigador y promotor de la RSE en Bolivia desde 2008

[2] Hoy aplicada en contexto empresarial a Gobierno Corporativo

[3] Valor que puede tornarse despiadado cuando se sitúa al interior de las organizaciones y provoca una lucha por la subsistencia al promover el crecimiento individual

[4] Conjugar la marca empresarial con una causa social, cuyo efecto produce mejoras en la percepción del cliente, fidelización, posicionamiento y por supuesto mayores utilidades.

[5] La Responsabilidad Social es la responsabilidad  de una organización ante los impactos que sus decisiones y actividades ocasionan en la sociedad y el medio ambiente, mediante un comportamiento ético y transparente que contribuya al desarrollo sostenible, incluyendo la salud y el bienestar de la sociedad; tome en consideración las expectativas de sus partes interesadas; cumpla con la legislación aplicable y sea coherente con la normativa internacional de comportamiento; y esté integrada en toda la organización y se lleve a la práctica en sus relaciones”ISO 26000: “Guía de Responsabilidad Social”. Términos y definiciones.

[6] Inspirado en la ISO 26000 y GRI V4.

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