La huella ecológica y la urgencia de una nueva economía!

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Heiver Andrade, especialista en RSEHeiver Andrade Franco *.- Corría el año 1.961, Bolivia estrenaba nueva Constitución, ese año casualmente también se publicaba el primer estudio de huella ecológica[1], el mismo indicaba que los habitantes de este planeta sólo consumían el 63% de lo que la Tierra era capaz de producir, esta información no pasó desapercibida a más de 35 personalidades que, entre investigadores y políticos de 30 países reunidos en 1.968, decidieron conformar lo que más tarde se llamó el Club de Roma; cuatro años después, en 1.972, este grupo publicaba un informe denominado “Los límites del crecimiento” donde hacían notar las consecuencias extremas que el planeta podría sufrir si no se cambiaba el modelo de producción y se pensaba en desacelerar las economías; este estudio provocó que los países del Norte criticaran el informe por no considerar las soluciones tecnológicas en tanto que los del Sur se indignaron ante la propuesta de abandonar el desarrollo económico.

Tres años después en 1.975, el crecimiento de la población sumado a sus hábitos de vida y consumo mostró que la huella ecológica subió al 97%; pero fue en el año 1.980 que tuvimos el primer déficit ecológico[2], llegamos a 100,80%; es decir, se iniciaba un periodo que mostraba un consumo mayor de lo que el planeta era capaz de regenerarse, ese mismo año la Unión Mundial para la Naturaleza UICN lanzó la estrategia mundial para la conservación donde ya se identificaba como elementos principales en la destrucción del hábitat, a la pobreza, la presión poblacional y el descontento de algunos sectores de la sociedad.

En 1.985, se reúnen en Austria la Sociedad Mundial Meteorológica, el PNUMA y el Consejo Internacional de Uniones Científicas donde informan sobre la acumulación de CO2 y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera. Pronostican el calentamiento global.

Así fue transcurriendo el tiempo con diferentes manifestaciones de interés, las COPs[3] empezaron a surgir llegando a la COP20 en diciembre del año pasado en Lima-Perú; lo cierto es que al 13 de agosto de este año la huella ecológica marco un 1,6; es decir, semejante proceso de reflexión no sirvió para frenar el déficit ecológico del planeta y que redunda en un calentamiento global promedio del 0,80 grados en la actualidad.

Como contrapartida, en todo este periodo, parecía ser que el PIB[4], era la guía para que gobiernos de todos los países se concentren en incrementarlo, sin tomar en cuenta que dicho indicador creado hace 82 años y que en su momento sirvió para medir los ingresos -de la creación de riqueza- de una economía, hoy se encuentre cuestionado por un creciente número de analistas, con sobradas razones[5].

Pero el problema de fondo, en realidad, es el modelo de desarrollo, y la creencia de nuestros Ministros de Economía de calificar una buena gestión a través del PIB, considerando esa métrica como un principal instrumento para la toma de decisiones.

Pasaron 5 décadas y media desde la primera medición de la Huella Ecológica, muchísimos millones invertidos en eventos, conferencias e investigaciones y todavía tengo mis serias dudas si los políticos, empresarios, academia y sociedad civil están conscientes de la necesidad de una nueva economía; que los mercados estén guiados por el paradigma del cuidado, en la necesidad de un consumo consciente, justo y sustentable, entendiendo la sustentabilidad como la forma de crear, producir y consumir con el menor impacto posible al planeta y a las personas.

Lo cierto es que hace 54 años (1.961) Bolivia en su nueva constitución postulaba la proyección social del estado, incluya las minas nacionalizadas al patrimonio del país, reconocía el voto universal, aceptaba la reelección presidencial y fue evidente que uno de los móviles mayores de la sanción del nuevo texto tenía mucho que ver con el deseo de reelección del Presidente. De esto parecería que poco cambió, hoy estamos viviendo momentos muy parecidos. Lo que sí cambió y debe preocuparnos es que pasamos de un 63%(1961) a un 1,60%(2015) de nuestra huella ecológica, el cambio climático está más presente que nunca y eso requiere pasar de la reflexión a la acción, con un alineamiento estratégico que cruce fronteras e involucre a los tres sectores de la sociedad, acompañados de políticas públicas acordes al siglo XXI. Porque una nueva economía tiene sello ¡de urgencia!

Santa Cruz, 17 de Septiembre de 2015.-

Heiver Andrade Franco, Fundación AMIGARSE

Notas:

[1] «La huella ecológica es un indicador ambiental de carácter integrador del impacto que ejerce una cierta comunidad humana, país, región o ciudad sobre su entorno».

[2] El déficit ecológico es la diferencia entre el área disponible (capacidad de carga) y el área consumida (huella ecológica) en un lugar determinado. Pone de manifiesto la sobreexplotación del capital natural y la incapacidad de regeneración tanto a nivel global como local.

La capacidad de carga es la capacidad local disponible, teniendo en cuenta la productividad del terreno y una reserva del 12% para conservación de la biodiversidad. Supone la máxima explotación a que puede ser sometido un terreno sin dañar de manera permanente su productividad.

[3] La COP o Conferencia de las partes, por sus siglas en inglés, es la reunión de la Convención Marco de la Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) donde se toman las decisiones en la búsqueda de disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y otros temas relacionados con el apoyo de financiero, transferencia tecnológica y desarrollo de capacidades a los países en desarrollo vulnerables al cambio climático.

[4] Desarrollado en el 1.934 por el economista Simón Kuznets en un reporte comisionado por el Congreso de Estados Unidos para medir la actividad económica durante la Gran Depresión, el PIB rápidamente se convirtió en una medida ampliamente aceptada de la prosperidad de una nación.

[5] Lo cuestionan, en especial Joseph Stiglitz, Amartya Sen y Jean-Paul Fitoussi en su reporte “Malmidiendo nuestras vidas”, documento en el que argumentan que “si tomamos métricas equivocadas, tomaremos decisiones equivocadas”, el mismo Kuznets reconoce que el PIB tiene un lente limitado por su enfoque económico.

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